Brexit: el Reino Unido inicia su viaje lejos de Europa
Por Walter Calabrese
Luego de 44 años en la Unión Europea, Gran Bretaña apela al artículo 50 del Tratado de Lisboa para dar impulso en el Parlamento a lo que llaman la “Gran Ley de Derogación”, que aspira a dejar sin efecto y trasladar simultáneamente al sistema británico muchas de las leyes comunitarias.
La primera ministra, Theresa May, había prometido en octubre del año pasado que el 29 de marzo de 2017 se iniciaba el proceso formal de ruptura para alejarse de la Unión Europea (UE). Para completar con las formalidades burocráticas, el embajador del Reino Unido ante la UE, Tim Barrow, le entregó a Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, la carta que firmó May para invocar el artículo 50. Con ello se puso en marcha el llamado Brexit, desde ahora tienen un plazo de dos años para negociar su salida de la UE y establecer las nuevas relaciones que mantendrán con Londres.
En esta nueva etapa, deberán definir cuáles serán los cambios que sobrevendrán tras la salida de la UE, entre ellos, los límites al libre movimiento de personas, los derechos de los británicos que viven en países de Europa continental o el acceso o no de Londres al mercado común, la seguridad entre fronteras, las órdenes de detención europeas y el posible fin del pago de contribuciones para las pensiones de los funcionarios del bloque europeo.. Además, como resarcimiento de este divorcio Gran Bretaña deberá pagar aproximadamente 62.000 millones de dólares.
Antes de la entrada en vigencia del Brexit, el gobierno británico publicó un informe sobre el proceso de retirada de la Unión Europea en donde se indicaba que también se deberían discutir los siguientes temas:
La devolución de los fondos de la UE destinados a regiones de Reino Unido y a agricultores británicos y que nunca se gastaron.
La cooperación en política exterior, incluidas las sanciones.
El acceso a las agencias de la UE que jueguen un papel en la legislación británica, como la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés).
El acceso de los ciudadanos de Reino Unido a la Tarjeta Sanitaria Europea.
El derecho de los pescadores británicos a pescar en aguas que no son de Reino Unido, como el Mar del Norte.
Los compromisos medioambientales de Reino Unido como parte de varias convenciones de Naciones Unidas sobre el tema.
La salida de la UE no será sencilla. No obstante, May subrayó que “esto marcará la primera etapa del reino Unido convirtiéndose en un país independiente y soberano de nuevo”. Esas palabras parecen reflejar lo que piensan muchos británicos, quienes sostienen que un país fuerte e independiente necesita del control de sus propias leyes.
Sin embargo, algunos analistas políticos consideran que el Brexit es el mayor error histórico desde la Segunda Guerra Mundial. Gran Bretaña podría perder influencia en Europa con su salida, ahora todo el poder político recaerá en Alemania. Incluso, perdería voz y voto en las decisiones que se tomen en la regulación del comercio.
El referéndum fue una gran excusa para usar el fantasma de la inmigración sin control como chivo expiatorio. Lo que fue alimentando la idea del Brexit está en sintonía con lo que permitió la victoria de Trump en EEUU. En Europa piensan que no hay nada que festejar, tampoco en Londres, ninguno gana sostienen los europeos, sólo queda hacer un control de daños.
Los europeos tomaron amargamente la decisión del Reino Unido, pues consideran que “las libertades de circulación son sagradas y los derechos de los europeos, intocables”. El miedo a los refugiados por los riesgos de atentados agigantó el deseo de cerrar las fronteras británicas. A pesar de ello, en el continente siguen apostando por una Europa unida. Por eso, creen que “el Brexit tiene que ser un mensaje para el resto, debe dejar claro que estar fuera es mucho peor que estar dentro, y que la UE no puede ser un club a la carta”.
En esa misma sintonía, Ángela Merkel le recordó a la premier británica que no podrá negociar al mismo tiempo la ruptura y la nueva relación con Bruselas. Merkel fue contundente: “las negociaciones deben clarificar primero cómo desenredar nuestra relación de interdependencia”.
Para Europa el Brexit puede convertirse en una nueva crisis, pues pone en peligro el modelo de convivencia, de democracia abierta y seguridad compartida que había creado y concretado para sostener uno de los espacios de paz y prosperidad más estables de la historia moderna.
Ahora, Europa deberá enfrentar el avance de sectores autoritarios que emergen con viejos cánticos nacionalistas y xenófobos, que se mezclan con problemas reales tales como los ataques terroristas y la llegada de refugiados. Para esos movimientos euroescépticos, los nuevos enemigos son el Islam, la UE, la globalización, la prensa y los inmigrantes. El Brexit y Trump también adhieren a esas consignas desde sus particulares miradas del mundo.
Saramago, en su libro La balsa de piedra, había imaginado una ruptura de la península Ibérica del continente europeo, en donde España y Portugal se convertían en una gigantesca balsa de piedra que navegaba a la deriva por el Océano Atlántico. En el visionario relato, el escritor portugués ya vislumbraba las dificultades que se suscitaban en el comercio, la movilidad de las personas que querían viajar a otro país, las crisis en los aeropuertos. Así, a la deriva puede quedar navegando el Reino Unido si se abroquela sobre sí mismo.
Europa entra en una etapa desconocida, con 27 países que buscarán recuperar el control de su relato para relegitimar esos valores que habían afianzado su fortaleza como bloque.
Informe de Euronews