Opinión

No es la economía, es la avaricia de los CEOs

Por Walter Calabrese

 

Cuando los empresarios se ponen el traje de político pueden suceder dos cosas: que nos mientan poniendo cara de gerente o que todo quede reducido al juego financiero. En la Argentina, lamentablemente, sucedieron las dos al mismo tiempo.
Lo peor de todo es que no pueden darse cuenta que el traje les queda grande, no dan la talla, porque carecen de sensibilidad social y de dotes de estadista.

Un estadista se forma, en sus inicios, en la trinchera política, en contacto con la gente, palpando sus necesidades y carencias. Luego, se capacita, se convierte en legislador o en intendente. En ese trayecto, va sumando experiencia y cintura política para navegar con soltura en las cuestiones de Estado.
Un estadista analiza la coyuntura pensando en cómo mejorar la calidad de vida de la gente, es decir, piensa en la gente… Para dar este paso, sencillamente le debe importar el bienestar de la población, sin este insumo toda estrategia se pierde en el fondo del mar.

Por el contario, quien mira a sus conciudadanos desde arriba, desde el balcón de la riqueza, procurando cuidar que los socios empresarios queden bien parados en todo momento, sólo traerá tormentas para los trabajadores, porque el carácter mezquino del empresario avaro tiende a restar beneficios sociales.
No es el programa económico el que falla, es el egoísmo rancio que corroe los cimientos de los derechos laborales y sociales lo que echa todo a perder. No es el dólar, ni las Lebac. Es la avaricia del establishment que se ha sentado en el sillón de Rivadavia para hacer sus negocios.

No esperen misericordia del malvado que detenta el poder con falacias y artilugios mediáticos. No se entusiasmen con frases triunfadoras del tipo «Juntos lo estamos haciendo», porque los que están haciendo macanas son solo ellos. No los confronten en los medios, porque dirán otra vez que es una maniobra de la oposición que busca visibilidad. No se conformen con migajas, porque ellos ya se repartieron toda la torta. No bajemos los brazos ante tan impúdico saqueo del país.

Lo peor, es que tarde o temprano sabrán que no pueden tapar el sol con las manos. En ese preciso instante sí, tiemblen, porque emprenderán la retirada con todos sus dólares…
Lo único que nos queda por hacer es simple. Pensar bien el voto en 2019.

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