Ecuador inicia la campaña para la segunda vuelta electoral
Por Walter Calabrese*
El domingo 24 de septiembre comenzó oficialmente la campaña electoral para dirimir en la segunda vuelta quien será el nuevo presidente o presidenta del país. La correísta Luisa González, con el movimiento Revolución Ciudadana, y el empresario Daniel Noboa, por el partido Acción Democrática Nacional, se enfrentarán en las urnas el próximo 15 de octubre para suceder al presidente Lasso.
El período proselitista se extiende por 19 días, hasta el 12 de octubre, fecha que marcará el inicio de un período de silencio electoral por tres días, según indicaciones del Consejo Nacional Electoral (CNE). Están convocados para acudir a los comicios 13 millones de ecuatorianos. El vencedor deberá completar el período 2021-2025 del actual presidente, el derechista Guillermo Lasso.
El CNE, además, indicó que «durante este período podrán hacer uso del Fondo de Promoción Electoral de 989.579,14 dólares, sin contar el Impuesto al Valor Añadido (IVA), para la segunda vuelta y difundir sus propuestas en prensa escrita, radio, televisión, vallas publicitarias y medios digitales de forma equitativa e igualitaria». En ese sentido, los candidatos deben respetar un límite de 2.152.007 dólares para atender los gastos electorales que tienen como fin difundir sus ideas en reuniones, mítines o artículos promocionales. El CNE llamó a las organizaciones políticas a cumplir “con una campaña transparente y de respeto mutuo» y remarcó que “está prohibida la entrega de donaciones, dádivas o regalos a la ciudadanía». También se prohíbe difundir contenido racista, sexista, violento o de intolerancia religiosa.
El triunfador o la triunfadora de las elecciones completará el periodo presidencial 2021-2025 del presidente Lasso. Cabe recordar que en mayo de 2023, en medio de una crisis de gobernabilidad causada por el desarrollo de un juicio político en su contra por presunta malversación de fondos, Lasso resolvió por decreto la disolución de la Asamblea Nacional, con lo que ponía fin a su mandato presidencial mediante un mecanismo llamado muerte cruzada, que le permitió convocar a elecciones generales anticipadas.
Los candidatos tienen una ardua tarea por delante para persuadir al electorado, el momento más decisivo estará marcado por el debate que será transmitido por la televisión nacional el 1 de octubre, donde los contendientes plantearán sus propuestas económicas, sociales y de seguridad, en un contexto de creciente violencia e inseguridad en el país, temas que se han convertido en la principal preocupación de la ciudadanía.
Cabe recordar que el clima de las elecciones presidenciales y legislativas extraordinarias de agosto estuvo envuelto por una ola de violencia criminal temeraria que incluyó asesinatos de candidatos, extorsiones, secuestros y violencia extrema. Tres líderes políticos fueron asesinados este año, el candidato a asambleísta por Esmeraldas, Rider Sánchez Valencia, cuando le dispararon al salir de una reunión política el domingo 16 de julio. Luego, el domingo 23 de julio, Agustín Intriago, un popular alcalde de la ciudad de Manta fue acribillado mientras supervisaba una zona de obras públicas. Más tarde, el 9 de agosto, fue asesinado el ex periodista y ex diputado Fernando Villavicencio, quien era candidato a la presidencia.
Gran parte de la campaña está enfocada en atraer el voto joven, lo que motiva una acción permanente en las redes sociales, ámbito en donde las audiencias más jóvenes se comunican con mayor asiduidad.
Por el lado de Revolución Ciudadana, las actividades se concentraron también en recorridas por las calles y plazas de Quito, buscando atraer el voto de los indecisos, una estrategia que repitió en varios puntos del país. En su plataforma sostiene que combatirán la delincuencia, la corrupción y que buscarán fortalecer el sistema judicial.
Por otra parte, el movimiento Acción Democrática Nacional se enfocó en la ciudad de Cuenca, en el sur, con una estrategia de campaña concentrada en la visita a electores puerta a puerta, a lo que sumó una caravana de coches por algunas calles de la ciudad.
El empresario Noboa apunta a reforzar el área económica creando incentivos tributarios y exenciones de impuestos para nuevas empresas. En materia de seguridad intentará reforzar el sistema judicial, combatir los delitos cibernéticos y una mejora del servicio penitenciario.
Cómo van las encuestas
En la primera vuelta, Luisa González obtuvo un 33,61 por ciento de los votos y Álvaro Noboa alcanzó el 22,47 por ciento. Esa ecuación parece moverse en otra dirección según distintas encuestas. Un sondeo de Click Research y Negocios & Estrategias ubica a Noboa con el 55, 16 por ciento de intención de voto, contra el 44,84 % de González.
Una encuesta de Comunicaliza arroja números muy similares, y pone a Noboa con el 55,14 por ciento de intención de voto, mientras González alcanzaría el 44,86 %.
El gerente de Comunicaliza, Álvaro Marchante, sostiene que el voto de los indecisos se ubicaría en el 12,3 por ciento, mientras que el blanco y nulo serían de 9,5 %, considerados como «números relativamente bajos».
Otros datos que surgieron de las encuestas indican que el 70 por ciento de la población acudirá a las urnas y que mantiene un importante interés en el desarrollo de la campaña electoral. La violencia sin control de estos últimos meses ha motivado al electorado para seguir de cerca cuáles pueden ser las soluciones para la paz del país. Marchante cree que «una vez que se produce esto, y la gente empieza a sentirse inestable e insegura, con miedo, la gente comienza a tener más interés».
La inseguridad y la violencia no son las únicas preocupaciones de los ecuatorianos, el país se encuentra sumergido en una profunda crisis económica, con altas tasas de desempleo, el cierre de comercios y un mercado interno que no logró reponerse luego de la pandemia.
A su vez, la dolarización ha sido una trampa sin salida para el país. Por un lado, su implementación culmina con la pérdida de independencia económica, al no poder tener una moneda nacional, circunstancia que deriva en la ausencia de soberanía política, al depender de los factores externos que influyen en la macroeconomía. Por otra parte, la dolarización ha servido para alimentar las arcas del narcotráfico, que se beneficia con el billete circulante, favoreciendo las transacciones ilegales. Esa dinámica, ha alimentado el círculo de la violencia en Ecuador, con los narcos dominando y controlando vastos territorios del país.
Ecuador representa el fracaso del modelo neoliberal, puesto que una Nación no puede sostenerse con un Estado que aparece como mero observador de lo que determinan los mercados, circunstancia que se agrava por la inseguridad institucional que supone depender de una moneda extranjera. La falacia esgrimida por los defensores del libre mercado se agota ante los resultados que arroja su implementación en el país: desempleo, inflación, violencia, pobreza, terreno propicio para la expansión del narcotráfico.
Vale la pena recordar cómo se impuso la dolarización, el 9 de enero de 2000, en cadena nacional, Jamil Mahuad, el presidente de la República, anunció la implementación de la dolarización y con ello la desaparición del sucre. La adopción del dólar como moneda para Ecuador fue traumática desde el inicio. Luego del anuncio, la cotización de la divisa saltó de 7.000 sucres a 19.000 en una semana y los ahorristas recibieron un bono a 5 años por sus depósitos bancarios. Mahuad, que pertenecía al partido Democracia Popular, fue expulsado del poder 12 días después de adoptar la medida en el año 2000, luego de sumir a Ecuador en el caos socioeconómico, la población se agolpó en las calles hasta empujarlo a salir del palacio presidencial. Cualquier semejanza con nuestro 2001 no es casualidad.
Las oligarquías criollas, siempre dispuestas a colaborar con el capital financiero internacional, encontró en Mahuad un servil aliado. Pero la aventura del mandatario derivó en un desastre social, tras un feriado bancario que se tradujo en la incautación de los depósitos de la población. Esa restricción privó a cientos de miles de ecuatorianos de sus recursos para afrontar temas de salud, no tenían dinero para comprar remedios, muchos fallecieron por falta de atención. No se podía planificar nada, la dolarización había arrasado con todo y había dejado un ambiente de sufrimiento y resignación.
La llegada de la dolarización expulsó a millones de ecuatorianos del país, muchas familias no encontraban ninguna esperanza en una nación devastada por el experimento implementado desde el neoliberalismo, ese taladro punzante que aniquila lo público, que derruye la educación, la salud, que menosprecia el bienestar de la población.
Por el contrario, cuando el Estado está presente, un país puede encontrar respuestas y recursos para afrontar las situaciones que presentan la economía, la sociedad y su seguridad. Las repetidas recetas neoliberales que buscan achicar el Estado siempre han terminado en callejones sin salida, nunca resolvieron las cuestiones de fondo ni acercaron alivio a las sociedades.
Un país necesita contar una moneda nacional, no sólo porque significa un emblema de soberanía, también resulta el principal mecanismo de coordinación social y un instrumento para hacer frente a las crisis que provienen del sector externo y de las coyunturas internas.
*Analista Político