Repensando el presente desde el espejo de la historia. El discurso de Perón en el Día del Trabajador en 1949
Cuán importante es recordar las palabras de Perón en un tiempo donde se quiere vulnerar los derechos de los trabajadores en nombre de una supuesta libertad regulada por el mercado. En aquel tiempo, ya lo advertía el presidente Perón: “Se ha dicho que sin libertad no puede haber justicia social, y yo respondo que sin justicia social no puede haber libertad”. Hoy, esas palabras deberían ser un refugio para resguardar los derechos de los trabajadores ante las impiadosas votaciones que se concretaron en el Congreso al votar la ley Bases. Un Congreso que vota de espaldas al pueblo mirando sus propios intereses politiqueros, diputados que miran para el costado cuando gran parte de la población sufre un ajuste brutal. Triste postura la de los legisladores que dieron su voto para dicha ley…
El justicialismo siempre protegió los derechos de los trabajadores
1 º de Mayo de 1949 – Discurso de Juan Domingo Perón
Queridos compañeros:
Un nuevo Primero de Mayo nos encuentra reunidos a los que luchamos por hacer de nuestra hermosa tierra argentina una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
Desfilan por nuestra imaginación y por nuestro recuerdo los días vividos a través de las etapas reivindicatorias de la Patria que comenzaron en junio de 1943.
Primero, las reformas que fueron como la iniciación y la siembra de la simiente que había de cristalizar y florecer a lo largo del trabajo y sudor argentino.
Después, el gobierno, nuestro gobierno, el gobierno del pueblo, el gobierno de los descamisados, el gobierno de los pobres, de los que tienen hambre y sed de justicia. Por eso, en esta plaza, la histórica, Plaza de Mayo de todas nuestras epopeyas, han latido al unísono amalgamados en un solo haz todos los corazones humildes que por ser humildes son honrados, son leales y son sinceros.
Después, la Constitución; la Constitución justicialista, que ha hecho de la tierra argentina una Patria sin privilegios y sin escarnios; que ha hecho del pueblo argentino un pueblo unido, un pueblo que sirve al ideal de una nueva Argentina, como no la han servido jamás en nuestra historia.
Esas tres etapas vividas por el pueblo argentino: la reforma, el gobierno y la constitución argentina, nos han dado un estado de justicia y un estado de dignidad y nosotros los transformaremos en un estado de trabajo.
Se ha dicho que sin libertad no puede haber justicia social, y yo respondo que sin justicia social no puede haber libertad. Ustedes, compañeros, ha vivido la larga etapa de la tan mentada libertad de la oligarquía; y yo les pregunto, compañeros: si había antes libertad o la hay ahora. A los que afirman que hay libertad en los pueblos donde el trabajador está explotado, yo les contesto con las palabras de nuestros trabajadores: una hermosa libertad, la de morirse de hambre.
Y a los que nos acusan de dictadores, he de decirles que la peor de todas las dictaduras es la de la fatua incapacidad de los gobernantes.
Pero compañeros, cumplidas esas etapas, asegurada para los trabajadores argentinos la justicia social, y asegurada para el pueblo argentina la igualdad ante la Constitución y ante la ley, recordemos que nosotros, los gobernantes, ya hemos hecho todo lo que podíamos hacer para consolidar ese estado de cosas largamente ambicionado.
La palabra, ahora, es del pueblo argentino. Él debe mantener esa Constitución y hacerla cumplir, y guay del que intente atravesarse por los caminos de la obstrucción en la voluntad del pueblo.
Vuelvo en este primero de mayo frente a los trabajadores argentinos, encontrándome en la posición más confortable en que puede estar un gobernante, cuya síntesis puede afirmarse al decir: he sido leal con mi pueblo y, Dios sea loado, mi pueblo ha sido leal conmigo. Y al afirmar una vez más esta lealtad y esta sinceridad entre el gobierno de los trabajadores y el pueblo argentino, quiero recordar lo que tantas veces les he dicho desde la vieja Secretaría de Trabajo y Previsión: «Seamos unidos, porque estando nosotros unidos, somos invencibles, que la política no divida a los Sindicatos ni ponga a unos contra otros porque, el interés de todos es la causa gremial de los trabajadores por sobre todas las cosas. Para terminar, quiero que llegue a cada uno de los compañeros de los tres millones de kilómetros cuadrados de nuestra Patria, la persuasión absoluta de que el gobierno de los trabajadores que tengo el honor de encabezar, ha de seguir imperturbable, paso a paso el cumplimiento de todo su plan. Pueden tener la seguridad de que no hemos de descansar un minuto y que, con la ayuda de ustedes, que son los encargados de crear la grandeza y la riqueza de la Patria, organizaremos una perfecta justicia distributiva para que el pueblo sea cada vez más feliz y nuestra Patria más grande y más poderosa.
Compañeros: a solicitud de los jóvenes que encabezan esta concentración he de acceder a un pedido y he de hacer, a mi vez; otro pedido a los trabajadores».
(La muchedumbre grita: «Mañana es San Perón»).
Estoy de acuerdo, mañana es San Perón.
«Ahora mi pedido: debemos reconquistar el tiempo que perdemos en las fiestas produciendo más. Y espero, compañeros, que antes de fin de año, controlando a los saboteadores, a las organizaciones patronales y poniendo cada uno la firme decisión de producir, podemos sobrepasar ese diez por ciento en que estamos por debajo de la producción en los actuales momentos. Y ahora, compañeros, agradeciéndoles esta maravillosa concentración de hombres y de voluntades, agradeciéndoles todo el empeño patriótico que ustedes ponen en sus labores y en sus realizaciones, vamos a dar lugar a que los trabajadores puedan enorgullecerse viendo aparecer las flores de la belleza argentina para coronar a la Reina del Trabajo.
Finalmente, compañeros, en este Primero de Mayo jubiloso en nuestra tierra, jubiloso para el pueblo argentino, les deseo a todos ustedes las mayores felicidades y las mayores alegrías en esta vida del rudo batallar diario».